domingo, 15 de junio de 2014

Literatura

Cada mensaje se encamina a partes concretas de nuestro ser.
La publicidad se dirige a nuestra estupidez.
Los manuales de los aparatos van directos a nuestra razón.
La mala poesía trata de dar en la diana de nuestra sensibilidad.

La buena literatura acierta siempre con nuestra inteligencia:
el meollo de lo que realmente somos, hecho de razón,
sensibilidad y una cantidad razonable de estupidez.



domingo, 13 de abril de 2014

Ensayando título: "El título lo pone usted"

El título lo pone usted


Yo ya he hecho lo mío a lo largo de siete largos años, querido lector. Inmune al desaliento he ido, como una hormiguita, reuniendo estos textos que ahora le presento sin que yo logre encontrar entre ellos ningún hilo conductor. He pasado mucho tiempo mordiendo tapas de bolígrafo en busca de un título unificador, totalizador y definitivo sin haber tenido éxito. Llega por lo tanto su hora, la de aportar algo tangible a la obra que sostiene entre las manos. Llega la hora de la colaboración por su parte. Anticipándome a su posible queja, le diré que este libro, cuando aún parecía posible darle un título, se planificó para ser vendido por un precio X.  Usted lo ha comprado por un precio menor (que podemos llamar Y) puesto que somos conscientes de habérselo entregado, de alguna manera, incompleto. Desde estas líneas le instamos a que tache usted esas palabras "El título lo pone usted", que figuran en la portada, y las sustituya por las que  quiera. Sentiré entonces su codo junto al mío, en este esfuerzo titánico.

Ensayando título: "Testamento"

Testamento

Este título, para serle sincero, no me gusta nada. Lo he puesto por la sencilla razón de que, técnicamente, es el que de mejor manera refleja el motivo por el que me he decidido a publicar. Los años van pasando, uno se va haciendo mayor, no parece que vaya a escribir nada mejor y persiste ese ánimo remolón para hacer copias de seguridad. Además, como uno tampoco es Kafka, ni tiene un amigo tan forofo y editor como tuvo él, las probabilidades de que la obra (dicho esto desde la más humilde modestia) se pierda, una vez me llame la parca, van en aumento. ¿Qué mejor manera de preservar mis textos que sacar unas cuantas buenas copias y venderlas o repartirlas por ahí? En economía creo que lo llaman no poner todos los huevos en la misma cesta, en informática puede que lo llamen también de alguna manera.


Le pido, querido lector, que aunque este libro no resulte de su agrado lo conserve o lo transmita a alguien y se asegure de que ese alguien también lea este prólogo. De otra manera, mi esfuerzo  editor habría resultado en balde.  

Ensayando título: "Textos criptográficos de andar por casa (tú sabes de qué va esto)"

Textos criptográficos de andar por casa (tú sabes de qué va esto)

Si estos textos le parecen inconexos y dispersos, no se preocupe, de debe a que, efectivamente, así son. Su objetivo aparente es el de dar rienda suelta a mis dos grandes aspiraciones literarias: publicar y ser leído. Secretamente, el verdadero motivo al que responden es el de pasar información crítica para una invasión extraterrestre. De ahí la aparente incoherencia que presentan. Sin embargo, una vez descodificados, se convierten en todo un detallado dossier que permite la invasión del planeta sin que ningún país u organización internacional pueda defenderlo.  

La estupidez de nuestra raza, motivo principal por el que me he convertido en un quintacolumnista, es de tal magnitud que puedo declarar abiertamente mis intenciones en este prólogo sin correr más riesgo que el de ser tomado por un loco.


¡Machangos!

Ensayando título: "Textos reflejos"

Textos reflejos

Después de unos siete años de escritura, trabajo, cervezas, bostezos, duchas, almuerzos... solo puedo ofrecerles textos caleidoscópicos que recopilo en estas páginas con bastante orgullo, y sin embargo, no poca vergüenza. Escribirlos fue divertido; corregirlos, no tanto; darles un título, toda una tortura. Nada los une, excepto el haber nacido bajo el calor incubador de mis lecturas. En la mayoría de ellos esa influencia resulta más que evidente. Por eso, al fin, después de pasar noches en vela, me he decidido a ponerles el título que llevan, porque nacieron como actos reflejos a mis lecturas. Me convertí en un médium. Fuerzas ajenas a mí, llegadas a través del papel, se apoderaron de mi cuerpo, de mis manos, y las hicieron teclear lo que, si nada lo impide, leerán en las siguientes páginas.


Creo, por tanto, que yo no tengo voz propia. Yo, soy un fiasco. Yo, no existo. Pero las letras sí existen, así que, si después de todo, logran disfrutar alguno de estos textos, deben saber que no tienen nada que agradecerme. Les ruego, eso sí, que la próxima vez que sintonicen el canal de videncia en la sórdida madrugada, sean indulgentes con la Bruja Lola.

JRamallo y Jesús Castellano

Yo tengo un amigo raro que tiene el raro nombre de Riforfo. Yo creo comprenderlo, más o menos, en su búsqueda de cosas nuevas, en las ganas que tiene el hombre de salirse de los caminos y perderse campo a través, con las hierbas hasta el culo, triscando por montes con el riesgo de riscarse. Estoy hablando de literatura, pintura y arte en general, no de senderismo.

Por otro lado, ya había leído Cucarachas con Chanel de JRamallo, que conocí a instancias de Riforfo hace un par de años. Anoche tuve la oportunidad de ver más de lo que hacen JRamallo y Jesús Castellano por Tenerife. Acercaron su obra a Las Palmas de G.C. Y para que ustedes pasen y vean les dejo este enlace y este otro como muestra muy incompleta. Muy incompleta porque esta "reelaboración" de libros y revistas que hace esta gente no se puede apreciar con una simple fotografía o una lectura: hay que verla en vivo, hojearla, olerla y tocarla. Pintan sobre libros, pegan trozos de texto, fotos, tapan parte de los textos previos, incluyen los suyos, etc. Este intento de describirlos me parece castrador: hay, como digo, que tener esas obras en las manos para intentar saber qué demonio son. Pero además, esta gente intenta hacer una especie (por lo que entiendo) de encuentros artísticos (otra vez siento que empuño una tijera castradora). Más allá (expresión preciosa que usaba mi abuela) representaron un velatorio, a su vera pintaron unas paredes con una cuadrícula a modo de nichos e invitaron al público a plasmar en ellas un epitafio. Describir estas cosas es matarlas. Más bien quiero decir que a esta gente le sale hacer cosas diferentes. ¡Coño, ya solo por eso hay que echar un vistazo!




Vida y muerte de la República Española, de Henry Buckley

Mañana, día 14 de abril, se cumplirá el aniversario de la proclamación de la República Española en 1931. Siguen pesando demasiado las ideas que se instalaron durante 40 años de dictadura y que de una manera u otra se transmitieron a generaciones que, como la mía, no vivieron directamente aquel período crucial en la historia de nuestro país. Para empezar, soy consciente de que la palabra "república" se asocia en las cabeza a "Guerra Civil". Esa sola asociación no hace a la primera culpable de la segunda pero condiciona las estructuras de pensamiento. Esto, por dar un solo ejemplo.

De alguna manera, y eso que hace ya tiempo que peino canas, el acercamiento a ese período de la historia me resulta doloroso e incómodo. Además, siempre he estado convencido de que sería imposible obtener información mínimamente imparcial.

Hace unos meses cayó en mis manos Vida y muerte de la República Española de Henry Buckley. Ver que el autor no era de origen español me llevó a hojearlo. Me pareció interesante y lo llevé a casa. Buckley fue corresponsal del periódico The Daily Telegraph en España. Llegó a Madrid en 1929 y la abandonó, junto con los últimos republicanos, por la frontera catalana al final de la Guerra Civil (recordemos, para ubicarnos cronológicamente, que Miguel Primo de Rivera dimitió en enero de 1930).
La edición cuenta con el prólogo de Paul Preston y una interesante nota del traductor, Ramón Buckley, hijo del autor. En esta última, el niño Ramón recuerda que un jovencito inglés desgarbado y de melena rubia asediaba a su padre con "un arsenal de preguntas". Se trataba, ni más ni menos, que de Hugh Thomas, ansioso por obtener información de primera mano sobre aquellos años que le apasionan.

Con Vida y muerte de la República Española he obtenido una información inevitablemente parcial, pero honrada y sin fines interesados, libre de rencores atávicos, de reacciones viscerales, o de clichés que arrancan desde la primera educación. Me ha ayudado, además, ha recolocar personajes y hechos de la época que andaban flotando sin acabar de clavarse en "un tablero" que me diera una imagen más o menos ordenada de los acontecimientos.
Buckley expresa no pocas veces su opinión sobre los acontecimientos y hace análisis de los problemas profundos que arrastraba el país, y de las causas y consecuencias de lo que venía pasando en él. Cuando el periodista llega a España se encuentra con un país atrasado, con estructuras sociales y políticas propias, según sus propias palabras, de la Edad Media. Una sociedad con enorme peso de la Iglesia, el Ejército y de caciques locales.

La gran línea que subyace en la historia que nos narra Buckley en su experiencia del día a día, es la de un país, un pueblo, que trató valientemente de sacudirse el atraso, la desigualdad y la injusticia social en la que se encontraba. Esto generó un fuerte conflicto interno que se internacionalizó con el apoyo de unos países y la inacción de otros. En esta lucha, el periodista, denuncia especialmente el abandono culpable de las democracias occidentales hacia la república y el pueblo español. Si a esto sumamos la intervención decidida de las potencias fascistas a favor del bando franquista, que no tuvo contraparte suficiente en el apoyo soviético, el desequilibrio evidente abocaba a un desenlace que la valentía y la ilusión sólo pudo demorar, pero no revertir. Muy revelador de esta falta de apoyo de la República es la patética descripción que hace Buckley cuando, al final de la guerra, los últimos refugiados y republicanos derrotados cruzan la frontera francesa: no reciben apenas ayuda, tienen que resguardarse del frío cavando agujeros donde meterse. Aparecen expertos y medios para proteger las obras de arte que vienen de España, pero las personas parecen no importar a nadie.


La más importante consecuencia de la lectura de este libro es la ruptura de esa perversa relación mental entre República Española y Guerra Civil de la que escribía en el primer párrafo. La proclamación de la República fue el acontecimiento más positivo de nuestra historia reciente. Si no hubiera muerto a manos de la Guerra Civil, nos hubiera dado, sin duda, un presente mucho mejor.

La República Española de 1931 fue el intento ilusionado de dirigir a España hacia el progreso, sacarla del siglo XIX (por no decir del XVI) y dirigirla rumbo al futuro. Su proclamación desató la alegría y la ilusión popular de una manera que será difícil volver a ver. Todo un pueblo creyó que otra España era posible: un proyecto enorme que encontró reacciones muy poderosas, que generó unas expectativas muy difíciles de no defraudar y que tuvo unos objetivos no alcanzables a un mismo tiempo y de una sola tacada. A esto se añadió que la España republicana se convirtió en el escenario donde intervinieron por acción o dejación fuerzas de escala europea (fascismo, comunismo, lucha de clases, democracias) con consecuencias trágicas. Pero con los resultados de la Guerra Civil Española, a pesar de todos los sufrimientos y pesares, el fascismo no se dio por satisfecho. Continuó su agresión y dio lugar a un desastre aún más destructivo. Henry Buckley lo seguiría por el Norte de Africa e Italia, pero esa es ya otra historia.