sábado, 6 de octubre de 2012

Vivir Profundamente


Mi vida es profunda en el submarino.
Siempre a doce metros bajo el nivel de las aguas.

Mis ideas flotan como en el caldo primigenio.
Arriba y abajo por el borboteo y la convección.

El comandante arrima la oreja al casco y oye al cetáceo bramando afuera.
Nos señala la dirección por la que se acerca y arma las ojivas.
Ya se aleja, las desarma.

Vivimos guiados por el ritmo de su oído portentoso.
El interpreta el mar, nos alienta en la captura y bendice las ojivas.
Bajamos a la sala, junto al Cristo y las adoramos.
Besamos las señales amarillas y comulgamos.

Navegamos, bajo las aguas y sus órdenes, hacia Nantucket.
Queequeg, en la cocina, aprovecha los cuerpos de quienes ceden al desaliento.
Logramos así sobrevivir sin emerger.

Esta persecución es nuestra vida.
Es vivir profundamente.