sábado, 19 de septiembre de 2009

Otra Vez

Muchos postulan que la literatura nace de las brechas que va sufriendo el alma. Los felices no escriben. Ven fútbol en el sofá, salen a pasear el perro, hacen el amor a sus mujeres o leen a un infeliz.

En la víspera de este insomnio descubrí “El Miedo” de Gabriel Chevallier y he pasado una noche tan cerca y sin poder tocarla, y ahora estoy escribiendo. Dos buenos argumentos a favor de la teoría. Tengo un nudo en el estómago y ganas de llorar. Sigo sin sueño y ya son las siete. Esto pinta mal, otra vez.