martes, 21 de febrero de 2023

Verdades como puños

El librito este es tan pequeño y tan certero como un dardo. Todas (casi todas, y entraré después en esto) sus ideas dan en la diana. Se lee como se leen los aforismos, asumiéndolos como propios. Mientras lo disfruto pienso que si tuviera la capacidad de ordenar mis ideas nebulosas hasta hacerlas claras y distintas, escribiría como Bob Black.

El discurso de cierta izquierda me parece anclado en el pasado, en los tiempos del enfrentamiento entre los dos bloques y el de las masas de obreros entrando con la bolsa del bocadillo en enormes fábricas vestidos con monos azules. Esas fábricas, ya casi no existen en occidente, que emplea a sus mayorías en el sector servicios o los tiene cobrando pensiones debido al envejecimiento de la población. Pero el discurso de esa izquierda continúa. Sus portavoces se aferran al megáfono en miniconcentraciones que organizan de cuando en cuando. Siguen vistiendo camisetas con la foto desteñida del Ché. Hay una izquierda actualizada, por supuesto, tan actualizada que parece más pendiente de los memes y del figureo en las redes que de los problemas reales de la población. Será, supongo, porque al fin y al cabo, casi todos los que acaban mandando, de izquierdas y derechas, son polluelos de clases acomodadas formados en las mismas incubadoras, así que los problemas reales los tienen siempre otros, a ellos les quedan lejos.

Esa izquierda tradicional lucha (otra palabra de su gusto) por la clase trabajadora y en ese mismo discurso no se cuestiona la existencia de esa clase, y por lo tanto, del modelo (quizá debería decir paradigma, y así parecería que sé más de lo que sé) que nos ordena en clases. Bob Black acaba con la raiz del problema: el trabajo. Acaba por tanto con la clase obrera, acaba con el sistema (o eso he entendido). Apela a la creatividad humana ejerciéndose en libertad para obtener frutos materiales/intelectuales/palpables. No defiende la ociosidad sino la destrucción del trabajo, que es muy distinto. Y es ahí dónde empiezan mis dudas expresadas con el casi del primer párrafo. No tengo claro que la tecnología actual nos permita evitar el trabajo (como rutina, como alienación), no tengo claro que todos, o que una gran mayoría de seres humanos tengan la creatividad e iniciativa propia necesaria para no necesitar un pastor. Y no lo tengo claro por esto, por lo que somos, (copiado de la Wikipedia):

"Sociedades de primates

La mayoría de los primates tienen una vida social activa. No hay prácticamente ninguna especie con individuos totalmente solitarios, y existe gran variedad de clases de agrupación según la especie. Hay monos monógamos, como los gibones, que mantienen la pareja durante años, y no se juntan con otros. Los macacos, en cambio, viven en tropas mixtas de decenas de individuos; puede haber un solo macho reproductor o varios, pero en este caso el de mayor rango tiene acceso privilegiado a las hembras.

Entre los orangutanes, los machos adultos viven solos; las hembras y sus crías se suelen juntar con otras madres. Los chimpancés viven en tropas llamadas de fisión-fusión: durante el día recorren el bosque en busca de comida en pequeños grupos, y al final de la tarde se reúnen todos para dormir. Entre los chimpancés, son las hembras quienes abandonan la tropa para evitar la endogamia, de manera que los machos son los que están emparentados entre sí. En otras especies, como los macacos, es al contrario: los grupos son matrilineales, los machos lo abandonan cuando se hacen adultos para buscar pareja en otros grupos. Se da la misma situación entre los langures y los gorilas. Hay más variantes: tanto el macho como la hembra de los monos aulladores abandonan el grupo natal cuando alcanzan la madurez sexual, de forma que en estos grupos no hay parentesco entre ellos.

Estos sistemas sociales se ven afectados por los tres principales factores ecológicos; la distribución de recursos, el tamaño del grupo y la depredación. Dentro del grupo, la cooperación y la competencia están en equilibrio: los individuos se acicalan, comparten la comida, se protegen mutuamente; pero también se dan comportamientos agresivos cuando se compite por la comida, por una pareja sexual o sencillamente un buen lugar donde pasar la noche. La agresión, además, sirve para establecer la jerarquía."​ 

Leí este texto, de Bob Black, todo hay que decirlo, en estado casi eufórico. La foto de la portada me parece extraordinaria. Lo compré en la librería del TEA, en Tenerife. Estaba llena de estatuas/figuras de robots hechos con materiales reciclados. Un caldero invertido era una cabeza con las asas como orejas. Un tenedor un brazo, y sus dientes, los dedos. ¿Cómo no tener
fe en la creatividad de nuestra especie?

 

jueves, 16 de febrero de 2023

La desacralización de la literatura


Corría el año 1992 cuando la tinta de este ejemplar que tengo entre las manos estaba casi fresca o, al menos, no castigada por el sol y el tiempo, como ahora. Editorial Astri,S.A. P.V.P. 110 Ptas. El título, "Clientes para el cementerio", el autor, Silver Kane.

En los puestos de viejo de las ramblas cercanas al Mercado de Nuestra Señora de África se consiguen ahora por un euro, en un estado aceptable. La portada promete una historia de vaqueros: se ve a un pistolero disparando con su colt desde las tablas de una casa de madera en un pueblo con calles de polvo.

Andábamos paseando por Santa Cruz y recordando la novela de Alexis Ravelo La otra vida de Ned Blackbird, homenaje a todos aquellos autores que antaño se escondían bajo pseudónimo para hacerse unas pesetas escribiendo, creía yo, al son de un metrónomo. Así que escogí esta que digo, de Silver Kane, y pagué el euro que me pidieron. La edición es muy modesta, el papel de la portada y la contraportada es satinado sí, pero apenas de mayor gramaje que el barato, oscurecido por el tiempo, del interior.

Hasta que empecé a leerlo creía que yo ya había asistido a la desacralización de la literatura por haber hojeado a W. Burroughs, J. Kerouack, H. Miller o Ch. Bukowski. Pero no, toda esa literatura era más bien herética. Se apartaba de la  iglesia, pero visto ahora, no acababa de tener tan pocas pretensiones como esta de Silver Kane, verdaderamente desacralizada, lista para ser comprada por cuatro perras en cualquier kiosco. Lista para ser leída en el cercanías o la guagua por un obrero  que después la tirará a la papelera o le sacará las hojas para ponerlas en el fondo de la jaula del canario. No hay ninguna altanería, ninguna pretensión, ninguna grandilocuencia. Cualquier vanidad se somete a la economía y la efectividad. Para empezar, esta al menos, nos daba por 110 pesetas una historia de género negro en las manos de un vaquero, es decir, una oferta de llévese dos por el precio de uno. El antihéroe, por supuesto, es un fracasado que intenta ganarse la vida honradamente como detective. Después de sobrevivir a los intentos de asesinato de sus acreedores (al que le debe el sombrero le apunta fallidamente a la barriga con la intención de recuperarlo para la reventa) recibe en su despacho de Oklahoma City, de puerta de cristal esmerilado con su nombre grabado, a una granjera de tan buen ver que proyecta sombras de mujer fatal. Y las cosas van pasando entre líneas de humor, diálogos con frases como cachetones, remedo de los de las novelas de R. Chandler, personajes estrafalarios que se van uniendo (y muriendo) como eslabones de una cadena que llevará, supuestamente, al malo jefe de los malos. Hay escenas de acción como aquella en la que el detective es atacado por un puma amaestrado (sí, como lo leen). Nuestro héroe, pistolero rápido y certero como ninguno, se despacha pocas veces con el colt y muchas con un cuchillo, o lo que le quede, más a mano porque su maltrecha economía no le da para unas balas. Y sale airoso de las embestidas de un carrusel de malhechores para poder terminar acaramelado con la granjera, mujer nada fatal, al fin y al cabo, de la que se ha, por supuesto, enamorado. 91 páginas entretenidas, que impulsan la lectura para averiguar cómo se desatará un nudo aparentemente irresoluble, un nudo demasiado complicado con gran cantidad piezas que no encajan. La solución, no podía ser de otra manera, es decepcionante para cualquier devoto de la verosimilitud. Hay alfombras que se despliegan para transformar unas habitaciones en otras, personajes que eran el mismo conectados por un pasadizo subterráneo, o con una máscara de goma que les hacía parecer otro. En fin, se espera del lector la suspensión de todo criterio ajeno al de pasar un rato leyendo. Yo lo acepto. Me someto a las leyes de la baja novela.

También las aceptaron Silver Kane, Taylor Nummy, Rosa Alcázar, Silvia Valdemar y Enrique Moriel, todos ellos agazapados bajo una misma pluma, la de Francisco González Ledesma. En la lista de estos escritores que nunca fueron candidatos al Nobel está, por supuesto, Marcial Antonio de la Fuente Estefanía y María del Socorrro Tellado López, Corín Tellado, hija de Toledo que, si le hacemos caso a la Wikipedia, escribió más de 5000 novelas y relatos, fue traducida a 27 idiomas y vendió más de 400.000.000 de ejemplares.


jueves, 9 de febrero de 2023

Premio Pedro García Cabrera de poesía 2022 que otorga la Fundación CajaCanarias


 Nieves Delgado Sánchez (¡qué me molesta que en un mundo que se declara tan feminista se pierda el apellido de la madre!) es nuestra fotógrafa. Era nuestra fotógrafa (distíngase del "fue nuestra fotógrafa"). Sigue siendo nuestra fotógrafa. Pero, sorpresa, es nuestra poeta. Los papirómanos parecíamos languidermos y esterilociosos y aparece Nieves y brota en la palabra -----> escribe poesías y se merece el premio Pedro García Cabrera 2022 con Ironía Naturae. Con su natural modestia ( naturalis modestiae ) no ha hecho alarde. Yo le dije, dos puntos: si lo hubiera ganado (me presenté, lo reconozco) me hincharía como un pavo y ella me contesta, inteligentemente, siguiendo por el mismo camino del pajareo, "yo lo llevo más bien como una avestruz". Sépase que: "No por orden del señor alcalde, una papirómana ha ganado el premio Pedro García Cabrera de poesía 2022 que otorga la Fundación CajaCanarias". Y esa papirómana es NIEVES DELGADO SÁNCHEZ.

 

 Enlace a la Fundación

https://cajacanarias.com/noticias/la-ironia-naturae-de-nieves-delgado-premio-pedro-garcia-cabrera-fundacion-cajacanarias-de-poesia-2022/ 

 

Lectura de un servidor de uno de los poemas:

https://www.youtube.com/watch?v=QTtrdv5WMBw&t=7s


 

   

sábado, 4 de febrero de 2023

Diario de las esquinas dobladas


Inmenso libro que recoge los agobios, las reflexiones, las lecturas, los miedos de Rafael Chirbes. Sorprenden las dudas sobre sus propias capacidades como escritor. La fecha de estos diarios que leo es anterior a Crematorio y al Premio de la Crítica de narrativa castellana de 2007, pero la actitud de Chirbes no creo que cambiara con la admiración del mercado, los lectores y la crítica. A las alturas de este diario Chirbes está casi de acuerdo con un tesinando que vaticina el final de su obra con la novela publicada hasta aquella fecha. Según el estudiante, lo próximo que pudiera escribir sería una especie de vuelta sobre sus pasos. Corría el año 2006. Ahora sabemos que le quedaban por escribir, antes de que la muerte se lo llevara, tres novelas más, entre ellas Crematorio. Pero Chirbes no refuta la tesis. A aquellas alturas, con 57 años, se sentía cansado, deprimido (permítaseme ver en lo que cuenta algún episodio depresivo) y arrastrando una salud que se quebraba y daba lugar a reflexiones sobre la muerte, la agonía y la llegada del temible momento en que no pudiera valerse por sí mismo.

 

Estos diarios están, si bien que revisados, escritos en libertad y, como él mismo dice, "a vuela pluma". Escribir novelas para él, sin embargo, era un trabajo de pala y pico, de construcción y demolición continua y cuidadosa. Un trabajo que a ratos nos parece a nosotros, lectores, atendiendo a su descripción, una penosa y alienante tarea de obrero. Pero reconoce momentos de placer en las altas horas de la noche, su horario creativo. Las correcciones y el trabajo más racional lo realizaba antes del mediodía. Pero no crean que fue un escritor de método. La cama o el sofá y los libros, la procastinación de la escritura (nunca le leí esta palabra) eran constantes. La pereza que sentía al retomar la escritura de sus novelas era similar a la que siente un trabajador cualquiera al levantarse para acudir al trabajo cada día. Y todas estas inseguridades, sí, se dieron en un escritor que, visto a estas alturas tiene la talla de un clásico. Sus trabajos, los encargos, como charlas, conferencias y críticas literarias, también le sumían en las angustias de las obligaciones asumidas a regañadientes, quizá menos, sus artículos como crítico gastronómico.

Si el Chirbes escritor queda en entredicho según sus propias palabras, el Chirbes lector se levanta enorme entre las líneas del diario.  Como quien no quiere la cosa, sólo haciendo referencia a sus lecturas según se van entreverando entre las fechas, los diarios son un ejercicio magistral de crítica literaria.

Conoce la literatura clásica en nuestro idioma y la disfruta desde su tiempo sin "postureo", genuinamente, con la dificultad que, al menos eso creo,  tiene paladear a Quevedo en el siglo XXI. Se rinde a La celestina,  relee a Galdós, a Balzac y a Clarín . Y al paso que comenta sus lecturas nos abre una puerta a la literatura francesa e italiana, clásica y contemporánea, que a nosotros suele sernos tan distante y que, sin embargo, Chirbes leía del original.

Tengo una fea costumbre, marco la página en las que sorprendo una recomendación literaria doblando su punta. Si hay dos en la misma hoja y diferente página la cosa empeora porque doblo las dos esquinas, la superior y la inferior. Estos diarios tienen muchas puntas dobladas. Y es que Chirbes no se deja despistar por los ornamentos de estilo que a otros nos embelesan. Él sabe, porque sabe construir una novela, cuáles son sus cimientos y sus vigas, por qué ventanas se ventilan, por qué puertas podemos escapar, dónde el autor se ha impuesto fatalmente a los personajes, o los dibuja con brocha gorda o pincel fino. La mirada de Chirbes es la omnisciencia sobre la omnisciencia.

Una pregunta habitual que nos hacemos todos los que leemos y que suelen hacerse los críticos literarios es hasta qué punto las vivencias de los autores determinan lo que escriben. ¿Fue necesario Lepanto para don Quijote o se pueden trazar las calles de Santa María sin levantarse de la cama? Afloran entre las líneas de Chirbes datos biográficos que lo van pintando ante el lector. Y pienso yo (él no, él habla de su vida como cosa dada y sin importancia) que su mano perdida en Lepanto fue la vida del orfanato y el internado, sus baños de Argel, la homosexualidad en tiempos de Franco, las palizas de la DGS o los meses en Carabanchel. Frente a todo esto se yergue Chirbes y llega al S. XXI sin la corona de laurel que otros "rojos" de su tiempo llegaron a procurarse en la España posfranquista, como Pradera, Semprúm o Múgica. No se acomodó en ningún calor, siguió mirando a un lado y a otro críticamente y, por eso, seguramente por eso, estos diarios saben a soledad y, seguramente también por eso, merecen tanto que los leamos.