martes, 11 de junio de 2013

Estuvimos en La Feria del Libro

Papirómanos en Madrid
Sin saber muy bien cómo, pero sí dónde, en un bar de Telde donde nos reuníamos a disfrutarnos hablando de libros y algún que otro asunto, estos cuatro tipos nos acabamos llamando papirómanos, y a nuestra común afición, papiromanía. El nombre surgió de una manera natural y la hemos estampado en la portada de un libro.

Que conste, antes que nada, que somos un grupo de amigos, no un partido político, es decir, que cada uno piensa por sí mismo y mantiene su independencia, de tal modo que escribo este post sólo en mi nombre.

A mí me abruman las librerías, al tiempo que me fascinan. Ver tantos y tantos libros y saber que sólo son la punta de un iceberg descomunal me da una medida de la insignificante que soy como lector y no digamos ya la mota de polvo que soy en ese cosmos como escritor. Así que me sorprende la altanería que supone poner otro libro más en este mundo. Pero lo hemos hecho, como si faltaran letras por escribir, o sobraran ojos para leerlas. Con la más absoluta irresponsabilidad hemos juntado unos cuantos de nuestros textos y los hemos puesto sobre papel, y encima nos hemos apostado junto a ellos en la Feria del Libro de Las Palmas como preveyendo que alguien se interesaría por ellos, y por si fuera poca chulería, nos hemos ido también a la Feria del Libro de Madrid y hemos hecho tres cuartos de lo mismo. El tamaño de nuestra osadía es sólo comparable al de nuestra ilusión.

Y valió la pena. Haciendo balance con la cabeza fría, valió la pena porque pude traerle a Mercedes un libro de Luís Alberto de Cuenca dedicado a ella y charlar dos veces con el autor. Valió la pena porque vi cómo dos papirómanos conseguían una dedicatoria del poeta Luís García Montero a otro de nosotros que esa mañana continuaba en Barajas. Vi como ese lazo papiromaníaco se cierra cada vez más y la papiromanía se va convirtiendo en enfermedad crónica e incurable. Valió la pena porque estuvimos juntos y el año que viene queremos volver. Valió la pena porque a alguno de nosotros la experiencia le pareció tan fascinante que, a pesar del cansancio, le costó conciliar el sueño la noche del sábado, como si fuera un niño en la Noche de Reyes.
Pepe Correa y Emilio González Déniz en el Parque San Telmo

Sí, fuimos una gota en un océano, una lágrima en la lluvia. En la medida de nuestras fuerzas formamos parte de aquella celebración del libro y querremos seguir formando parte en el futuro.

Pego, en la parte superior de esta entrada, una foto hecha por Tere Pérez Betancor, a la vez prueba de que estuvimos allí, donde figuramos los cuatro (Ricardo un poco de soslayo) con Montse e Isaac, de la distribuidora Maidhisa,S.L.

También pego, en el final, otra foto que tomé de Pepe Correa y Emilio González Déniz en San Telmo. Dos sonrisas estupendas.



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