domingo, 17 de enero de 2016

Fin de Poema

Fin de poema
Fin de Poema. Juan Tallón. Alrevés. Barcelona, 2015

Si vuelvo a las librerías es porque, en el fondo, sigo confiando en la palabra. No se me ocurre otra explicación.

Las puertas parecen cerradas a cal y canto; los caminos, tan trillados, que no queda rastro de hierba; las combinación de palabras, completamente agotada; todos los personajes, arrastrados por el fango; las nubes, secas.

Y sin embargo, me detengo ante el escaparate de la librería, entro y hojeo. Con los dioses muertos, misteriosamente, se conserva el rito. El premio es delicioso. No llega a ser siquiera el libro completo, que se va espesando conforme avanzan las páginas. ¿O será el lector quien se espesa en la bocacalle de Triana?

Unas cuantas palabras hiladas sutilmente, con el esmero de un artesano fumador, que va alternando entre sus dedos el cigarro y un bolígrafo metálico y viejo.

Cómo considerar un adjetivo definitivo, insustituible, sin echarse a temblar de frío. Natalia e Italo insisten en que están acabados, en que no se toquen, ni siquiera se miren, pero Cesare sabe que dicen eso porque ignoran qué tiene en su cabeza, y cómo la presencia insistente de Connie, o de sus cenizas, o sombras, lo obliga a perseverar en una mayor perfección; quiere que ella esté en el poema completamente, que cada verso la abarque y detalle su presencia como si fuese una imagen de mármol.

Y este comienzo de carta, ejemplo de por qué valió la pena entrar de nuevo en el templo:
Querido Cesare. Me he acostumbrado con tanta naturalidad a que no respondas a mis cartas que creo saber en qué momento tu silencio me está pidiendo que te escriba.

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