sábado, 7 de agosto de 2010

Posturas e Imposturas


Me he ido escondiendo entre excusas. Hoy voy a agotar la última que espero que mañana no se convierta en la penúltima. No escribía porque no tenía una habitación adecuada. La tengo ya. Ni una mesa adecuada. Que tengo ya. Ni un ordenador adecuado, que ya tengo. Ahora me falta una silla en condiciones. Ajustable. La silla de madera que uso tiene una altura impropia, una respaldo demasiado recto, una incomodidad manifiesta. Roberto Bolaño he visto que escribía a mano y más tarde en un ordenador desfasado en una casa sin calefacción ni televisor. Ayer vi el reportaje y es el primer autor en el que pienso pero ¿cuántos serían los que escribieron dejándose la vista con la luz de una vela, en papel de tercera, aprovechado al máximo, en rincones húmedos de casas heladas? Sin embargo, mi gran obstáculo para romper a escribir son las condiciones físicas, meramente pragmáticas. Quizá la silla regulable no sirva de nada. Estoy pensando que en un jacuzzi sí podría escribir por fin en las condiciones adecuadas.

10 comentarios:

Calamardo dijo...

Has adornado la reflexión con una imagen de un cuadro de Jacques-Louis David llamado "La Muerte de Marat". ¿Acaso intentas sugerir un nexo entre escribir y morir? ¿Sabias que se rumorea que lo que solía firmar en la bañera eran ordenes de ejecución? ¿O simplemente estás fraguando la idea de realizar un montaje para escribir en el ordenador mientras estás remojandote en la bañera?

:D

Juanjo Rodríguez dijo...

Al terminar con el deseo del jacuzzi se me vino a la cabeza la imagen del famoso cuadro y lo puse. El nexo entre escribir y morir ahora que tú lo sugieres me recuerda que ni Bolaño ni Papasquiaro están ya entre nosotros. No sabía qué era lo que Marat escribía en su bañera. Gracias.

Antonio Lino Rivero Chaparro dijo...

Lo importante es que usted se sienta cómodo ¡faltaría más !
Un saludo Juanjo y se agradece el enlace a lo de Bolaño, ahora mismito me pongo a verlo.

Anónimo dijo...

Yo tenía un amigo que sólo escribía cabeza abajo. Si me lo ponían de pie, el hombre se volvía oficinista y le salían manguitos en los brazos. El problema es que sangraba por la nariz y tuvo que dejar el arte. Más que nada porque todo lo que escribía quedaba manchado de sangre que luego es muy difícil de quitar. en fin.

Juanjo Rodríguez dijo...

Que yo sepa, escribían en la cama Marcel Proust, Juan Carlos Onetti y Rafael Cansinos Assens. Que yo sepa Eduardo Mendoza escribe de pie, en un atril. Quiero decir que lo de las posturas tiene su aquel, no es un asunto para tomar a cachondeo...

Lunática dijo...

Posturas impuestas por las necesidades de cada autor, ¿no?... ¿A qué hoy no has escrito porque hace calor y hace unos días lo hiciste de corrido porque tenías ese momento perfecto de inspiración?...
¡Adelante!, da igual el cómo, lo importante es que quieras y puedas plasmar, como si de un cuadro se tratase, aquello que ronda entre tus dedos, manos, mente, etc.

Juanjo Rodríguez dijo...

Sí, Lunática. Pero qué esclavos somos de los estados de ánimo o no sé exactamente de qué ¡ En los talleres de literatura intentan que te tomes el asunto como dependiente de tu voluntad y yo no puedo. El otro día lo hablaba con un amigo. No tenemos pasión por nada, por la literatura, en realidad tampoco. No siento pasión, ni pulsión, ni obligación, ni costumbre, ni oficio... Me gustaría decir: !escribo porque es mi pasión¡ O ¡Escribo porque es mi obligación! O por costumbre, necesito escribir cada día como necesito ir al retrete. ¡O escribo porque me pagan! Escribiendo esto me doy cuenta de que no sé por qué escribo lo poco que escribo.

Calamardo dijo...

Hay problemas matemáticos que son complicados o no tenemos clara su posible resolución. Una estrategía muy habitual ante estos casos es simplificar el problema o resolver primero problemas semejantes pero cuya resolución sea mucho más abordable.

Intentemos usar esta estrategia a la pregunta ¿por qué escribimos?. Intentemos, por ejemplo, responder a la pregunta ¿por qué escribimos una carta a un amigo? Las respuestas pueden ser varias: por necesidad de comunicar un mensaje, por necesidad de que se sepa que estamos ahí y podemos comunicar un mensaje, para sentirnos menos sólos, para sentir que formamos parte de alguna manada, ..., en fin parace que la respuesta siempre está relacionada con la obligación o necesidad de comunicar. Planteo como hipótesis, cuando escribimos, cualquier cosa, ¿no estaremos siempres guiados por la obligación o necesidad de comunicar?; en ese caso, la respuesta a cuando, qué, cómo y por qué escribimos están siempre relacionadas con la necesidad u obligación de la comunicación.

Antonio Lino Rivero Chaparro dijo...

Sobre el hecho de escribir, me gusta cómo lo expresa Pacheco en este poema:

"¿Pensaste alguna vez en tu enemigo,
en el que no conoces
pero odia
cuanto escribe tu mano?
¿Pensaste en ese joven de provincias
que daría la vida por tu muerte?"

Palos de ciego dijo...

Supongo que a muchos también les pasa. En ocasiones, parece que las deidades se ponen en mi contra para que no me siente delante del ordenador, y en realidad ocurre que soy yo el que busca mil excusas para no ponerme a escribir.
Creo que hay que perderle el respeto de una vez por todas al maldito teclado, dejarnos de excusas y admitir la única verdad que todos admitiríamos: que cuando estamos en medio de ese trance arduo, hipnótico y sublime que es escribir, somos los seres más felices del mundo, porque en ese momento no existe otra cosa en el mundo, tan solo lo que estamos escribiendo.
Aunque reconozco que lo del jacuzzi no es mala idea.