jueves, 15 de octubre de 2020

¿Y bien?

Me ha dado envidia al leer unas cuantas entradas de blogs escritas con la libertad de los vagabundos ahora que intento escribir un montón de páginas alrededor de un mismo tema, siguiendo una planificación no escrita y, por tanto, me temo, más supuesta que real. La cosa es gigante en mi imaginación, pero en cuanto la intento poner en palabras, merma, como la fruta en el mercado. Es desesperante.

Hablaba ayer con un amigo y me decía que se lo pasa bien escribiendo. Otra vez envidia (iré sin duda a los infiernos cuando esto de una puñetera vez acabe). Para colmo pongo en la tele Página Dos y sale otro, creo que Lorenzo Silva, diciendo que disfruta escribiendo. Pues qué bien. Yo, salvo a ratos, lo paso francamente mal aunque no peor que con el resto de cosas que hago en la vida. De vez en cuando sí que enlazo un ratillo, corto, en que me divierto y, ya esto es muy ocasional, en que me río con lo que he escrito. No cínicamente, sino abiertamente, porque me parece gracioso, lo que no garantiza que la próxima vez que lea exactamente el mismo párrafo me produzca vergüenza y se me enciendan las mejillas. Y así me muevo, entre la envidia, el esfuerzo y la vergüenza. Acumulando páginas a un ritmo desesperantemente lento intentando hilvanar eso innombrable: una novela (que horror de palabra tan repugnantemente pretenciosa). Tendría que haberse inventado ya un eufemismo que evite que nuestra lengua se ensucie con una palabra tan fea y manoseada. Pero es que, además, se suda como en una maratón donde llegas el último. Puedes escribir un cuento malo o muy malo en un rato como puede un abuelo correr los cien metros lisos con bastón. Tardará el hombre diez minutos en vez de los diez segundos, poco más o menos, que tarda el mejor atleta. Pero habrá corrido los cien metros lisos y aunque no le den una medalla habrá perdido poco tiempo y habrá hecho ejercicio, que siempre viene bien. Pero escribir una novela, aún una mierda de novela, es correr una maratón. Cuarenta y dos kilómetros hay que correr para terminarla. Aunque llegues el último, el esfuerzo es descomunal.

No sé.

No sé.

No sé.

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