martes, 1 de septiembre de 2020

Lo que fue presente (Diarios 1985-2006) de Héctor Abad Faciolince

Ahora alterno la lectura de estos dos libros gruesos: Trilogía de la memoria, de Sergio Pitol y Lo que fue presente (Diarios 1985-2006) de Héctor Abad Faciolince. Hago el juego de avanzar unas páginas con uno y perseguirlo con el otro, aunque son totalmente distintos. Los disfruto a cada uno tal cual es, según su especie.

 

 Los diarios de Faciolince no deberían gustarme tanto porque no tiene apenas ornamento literario y porque las relaciones de pareja tienen demasiada importancia en ellos y en la vida del autor. Además, son relaciones muy turbulentas para mi gusto (todas lo son y sólo Héctor así de descarnadamente lo cuenta). Lo que me ha sucedido con su lectura es que, al margen de estos mis prejuicios,  una vez emprendida, continúa sin que sienta ningún agotamiento. Como los diarios se prolongan desde 1985 hasta 2006 se aprecia la evolución del personaje Héctor Abad Faciolince. En los primeros años la ansiedad, las dudas sobre sí mismo, sus capacidades y sobre sus sentimientos son una constante. La muerte de su hermana y el asesinato de su padre acrecientan el torbellino de sentimientos, miedos e inquietudes que nos transmite el texto. Poco a poco el personaje va encontrando su camino en la vida, la literatura. El éxito supone dedicarse a la literatura y llegar a que otros disfruten leyéndolo sin traicionarse a sí mismo en contenidos y estilos. ¿Se plantean varias preguntas? ¿Este paulatino camino de asentamiento en sí mismo es real o viene provocado por un decreciente intimismo en los diarios, cierta consciencia de que acabarán siendo leídos? Puedo responder a esta pregunta con lo que yo pienso, pero además de destripar (curiosamente, sobre esta palabra concreta hay un  análisis en el libro) los diarios en alguna medida, no tendría la menor importancia. La importancia, en todo caso, es lo que piense cada lector.

Sí me parece indudable que con los años la angustia va siendo domada. La inteligencia del autor está fuera de toda duda y la inteligencia, así pienso, va siempre ligada al humor, pero hasta la página 377 que se corresponde en esta edición con abril de 1997, no llega mi primera carcajada. Hasta esa fecha sólo recuerdo haber leído en un contexto de tensión.

Moraleja 1: el tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos. 

Moraleja 2: habrá que leer El olvido que seremos.



1 comentario:

Nieves Delgado dijo...

Las razones por las que nos gusta un libro, como pasa con las personas, a menudo no están claras, en mi caso las disfruto y punto. ;)