viernes, 18 de febrero de 2011

Domingo López Torres

A raíz de la polémica propuesta parlamentaria de D. Blas Cabrera Felipe para el Día de de las Letras Canarias he leído una cincuentena larga de opiniones diversas. Más o menos agrupables todas como en contra y a favor. Y cómo no hay mal que por bien no venga, ha tenido el efecto colateral de que yo vuelva la mirada hacia la estantería donde duermen unos cuantos libros esperando que les dedique un rato suelto entre el trabajo, las tareas de la casa, los amigos, etc.


Entre tantas, leí una opinión según la cual la ausencia de escritores canarios de valía dificultaba encontrar candidatos al Día de las Letras Canarias. Pensé: debe ser que lo llevamos celebrando desde tiempo de los guanches y se ha agotado la lista. Comprobé que no era ése el problema. El problema es la ignorancia dolorosa, con muchos ejemplos: esa opinión, la propuesta del Parlamento Canario (que ha incurrido en un clamoroso ridículo) y mi propio (des)conocimiento de la literatura canaria, sin ir más lejos. No me hace falta señalar a nadie más allá de mi ombligo. Un nombre, de entre muchos, que aparecía repetido en las listas de los blogueros era Domingo López Torres. Efectivamente, tenía un libro suyo en la estantería, olvidado. Lo tomé y lo leí.


Me encontré por un lado una poesía exquisita con el mar como protagonista, por otro unos excelentes poemas surrealistas y unos magníficos artículos de opinión artístico-intelectual publicados en Gaceta de Arte y La Tarde durante los años 30. El delito de un buen grupo de canarios en aquel momento no fue no estar a la altura de las circunstancias sino exactamente el contrario, encontrarse por encima del casposo provincianismo que quizá hubiera asegurado su supervivencia. Sin embargo, ellos conectaban con las vanguardias políticas e intelectuales de Europa gracias a personas como Domingo López Torres, Eduardo Westherdahl, Domingo Pérez Minik y compañía. Por eso a Domingo López Torres lo encerraron en Fyffes (símbolo del bananerismo que todavía nos acecha), después lo metieron en un saco y lo tiraron a la mar, con 29 años (algunos dicen que 26). Otros intelectuales sospechosos no habían tenido una actividad política tan intensa, o un origen tan humilde o a un familiar pudiente que pudiera defenderlo. Aunque otros sobrevivieron, a Domingo lo asesinaron. A sus 29 años, con los medios de la época y de manera autodidacta había logrado formarse de la manera que queda acreditada en sus textos. Asombran especialmente los artículos de opinión publicados en Gaceta de Arte. A esta revista también la mataron, como se mata a las revistas, pues dejó de publicarse en junio o julio de 1936 a causa de la guerra. ¿Qué hubiera sido de las letras canarias que pretendemos homenajear cada año si los bárbaros no hubieran cortado vidas y proyectos de raíz? No lo sabremos nunca. Sí sabemos que el hilo de la historia que sí fue nos ha llevado a un Parlamento de Canarias como el que tenemos. A que canarios, no ya de la calle, sino con estudios universitario, estén al nivel de sus señorías. Por mi parte, he caído en la cuenta, que ya es algo, e intentaré poner remedio. Quizá no podamos esperar ayuda de nuestros políticos. El autodidacta Domingo López Torres demostró que no son imprescindibles. Es posible incluso que sólo estorben.

3 comentarios:

Riforfo Rex dijo...

Tremendo artículo, muchacho. Hace que uno, no siendo político, sienta vergüenza de su desconocimiento de la literatura canaria.

Juanjo Rodríguez dijo...

Yo el primero para sentir esa vergüenza. No creo que sea tu caso. Ya habrás notado la cantidad de cosas que te pregunto sobre literatura, incluyendo la canaria, porque cuando no sé pregunto a los que más saben.

Palos de ciego dijo...

Un artículo de opinión magnífico. También me ha gustado mucho. Tiene una factura muy acabada: claro, conciso y demolador.
Creo que esta faceta podrías cultivarla un poco más, aparte de la ficción. Da gusto leer artículos como este.