
Los minifundistas de la literatura nos sentimos una clase baja frente a los escritores de novelas. ¡Quién pudiera extenderse durante páginas y páginas y páginas hasta dejar frito al lector más contumaz! Pero te sientas y te salen cuatro cosas y en cuatro cosas cuentas lo que querías contar y sólo te queda ir a la nevera a buscar otra cerveza y releer el texto y corregir ese error que no viste y pasar por alto el que verás en la próxima lectura. Y así siempre. Escritor de pequeñeces. Nos queda el consuelo de los grandes cuentistas, pero pocos fueron únicamente grandes cuentistas. Borges. Tenemos a Borges en un pedestal y le besamos los pies todos los días. ¿Alguien se acordaría de Cortázar si no hubiera escrito Rayuela? ¡Yo que sé! ¡Cómo envidio a los latifundistas literarios! ¡John Steinbeck, por Dios! ¿Cómo puedes mantenerme atento durante 720 páginas! ¡Y Perec!
Pero quiero defender a los pequeños grandes textos desde este modesto blog. Hay obras pequeñitas y fabulosas, completas, redondas, totales e inextensibles. No les falta nada. Entre los “Algunos Textículos” de Alexis Ravelo encontramos esos bonsais, creciendo no ya en minifundio sino en pequeña maceta de un balcón de apartamento que ahora llaman loft y antes celda de castigo. Pequeño pero bello. Destaco “Imposturas”, pero hay otros. Varios. Buenos. Defiendo a los que tienen una literatura corta. Levanto el brazo y grito que el tamaño no importa.